Hace unos días fue el cumpleaños de mi roomie y decidió celebrarlo en viernes... sólo que en vez de irme directamente al festejo primero fui a cenar con unos amigos.
Raro en mi, decidí acompañar de cebolla mis alimentos, cosa de casi nunca hago pero esa como no iba a haber beso pues que me hice unos tacos más de cebolla que de bistec.
Al trasladarme al lugar del festejo, sobre el hermoso Paseo de la Reforma, me encontré con un retén del alcoholimetro, justo enfrente del museo de arte moderno.
Me pidieron me hiciera a la orilla y yo obedecí. Al hacerlo se acerca mucho el oficial y me dice:
"Señorita, buenas noches, sus niveles de alcohol"
Yo contuve la risa todo lo que pude... para después espetarle un...
"Más bien mis niveles de cebolla joven, acabo de cenar"
Él, con buen olfato, supo que le decía la verdad pues sólo se hizo para atrás, se río y me deseo que pasara buenas noches. Pobre, me pensé, yo huelo a cebolla, pero los demás, ¿a qué oleran?